En la columna mensual nuestro socio fundador, Rafael Gomez Eng, analiza el arranque del segundo mandato de Donald Trump y las implicaciones de sus polémicas declaraciones y estrategias económicas. También reflexiona sobre el cese de hostilidades en Medio Oriente, la posible resolución del conflicto en Ucrania y los retos que enfrenta México en un escenario internacional cada vez más incierto. Además, destaca las oportunidades que el país puede aprovechar dentro del bloque comercial de América del Norte.

Al igual que los mercados de capitales; igual que los empresarios y gobiernos alrededor del mundo, me encuentro nervioso. En su primer mes de gobierno, Donald Trump ha dado una cantidad de noticias y hecho tantas declaraciones que dejan muy claro su perfil y sus intereses; nada nuevo, pero si más reforzado en el fondo y en la forma, y con menos contrapesos y voces moderadas que lo ubiquen.

Su afán imperialista lo ha llevado a proponer que Canadá sea el 51 estado de la unión americana, a manifestar su interés por adquirir Groenlandia, amenazar a Panamá con recuperar el control del canal y cambiar el nombre al Golfo de Mexico por Golfo de América. Y el colmo, el señalar que tomaría el control de Gasa, la desocuparía de palestinos, para reconstruir todos los daños ocasionados y convertir la zona en la Nueva Riviera.

Ha amenazado a todo el mundo en imponer tarifas de importación, de muy diferentes formas y a diferentes artículos, aunque no ha llevado a cabo ninguna de sus amenazas. La interpretación más generalizada que se tiene y que comparto es que son mensajes a China, su verdadero rival, como una forma de prepararlos para la guerra comercial que sí va a llevar a cabo contra ellos. Algo así como decir “si esto voy a hacer con mis amigos y aliados, imaginen lo que no haré contra mis adversarios”.

Dentro de lo esperado, las hostilidades de Israel han cesado; se ha llevado a cabo un plan más o menos ordenado de liberación de rehenes, y sentado bases para continuar hacia mejores días. Lo malo es que no queda claro el final, ya que la formación de dos estados en esos territorios, que luce como la mejor solución política, no es aceptada por los extremistas israelíes. Por otra parte, con el involucramiento de Trump y por sus pláticas con Putin, se vislumbra un camino hacia la paz en Ucrania.

Ante todo esto, el panorama para nuestro país luce complicado. Sin embargo, dado que, como mencioné, el adversario de Trump es China, soy optimista de que los mandatarios de Canadá, México y Estados Unidos puedan lograr acuerdos de colaboración que ayuden a fortalecer el bloque regional que formamos. Que la suma de sus acuerdos no sea “cero”. Creo que el control del narcotráfico, el sometimiento del crimen organizado y el control migratorio son temas que afectan a los tres países y, por tanto, juntos deben de resolverlos; nuestra presidenta no tiene mucho margen de maniobra, por lo que deberá hacer lo conducente para que todas las amenazas y la declaración de entidades terroristas que se hizo sobre los cárteles mexicanos no lleve a mayores problemas. El tema del superávit comercial de México vs EE. UU., no debe de ser visto como un problema, sino como parte de la solución para que haya menos migración hacia los EE. UU.

Mi pronóstico es que el TMEC no esperará hasta el 2026 para su revisión, sino que esto se hará muy pronto, y que bueno. Y todas las amenazas no pasarán de ser herramientas de negociación. No imagino estar con esta incertidumbre hasta el 2026.

Nunca pensé que Donald Trump pudiera llegar a ser considerado como el mejor presidente que México haya tenido.

Rafael Gómez Eng

Febrero 17, 2025